por Daniel TORRES
¿Qué es?
Un espolón es un crecimiento óseo que se forma en el calcáneo, el hueso del talón.
Es una espinita que aparece justo en la parte baja del hueso, allá donde encaja la fascia plantar, la membrana fibrosa que conecta el talón con la base de los dedos.
Todo empieza cuando esta membrana está sobrecargada por microtraumatismos, se produce una inflamación denominada «fascitis plantar».
Esta inflamación puede dar lugar a la formación de células óseas que, al acumularse, forman una exostosis, es decir, el crecimiento excesivo benigno de un hueso preexistente.
Aunque la mayoría de la literatura habla de este concepto, no podemos dejar de pensar en otro concepto como puede ser la calcificación o mineralización entesopática, si bien es parecido, su mecanismo difiere.
Sea cual el proceso, al final de cuentas acabamos con una «pequeña cuchilla» dentro del pie.
Síntomas
El síntoma principal es un dolor agudo en el talón , una sensación de desgarro o una aguja de tricotar que se clava a cada paso que damos y que nos obliga a cojear e incluso sentarnos cuando ya estamos hartos.
No se trata de un dolor insufrible sino más bien una molestia demasiado persistente e irritante, que nos recuerda que existe a cada paso que damos. Además no tiene por qué ser constante, puede marcharse y volver cuando menos lo esperamos.
Lo más usual es que aparezca de forma repentina, por la mañana después de levantarse, tras estar mucho tiempo sentado o en mitad de una larga caminata cuando, a priori, creíamos que estábamos en plena forma.
La espina en sí no siempre es dolorosa, aunque cuando es así se identifica sintomáticamente de manera clara y precisa.
En la gran mayoría de caso cursa con fascitis.
Causas
Veamos las razones más comunes por las que se desarrolla el espolón calcáneo:
- La práctica intensiva de un deporte, como correr o cualquier otra actividad que requiera impactos repetitivos la planta del pie.
- También pueden estar implicados algunos rasgos anatómicos, como los pies planos o incluso el varo de rodilla (genu varum).
- El uso de zapatos inapropiados también puede contribuir al fenómeno. Demasiado planos, sin suelas gruesas, los tacones y las suelas demasiado duras. Las chanclas del veranito o incluso caminar descalzo.
- Haber sido negligente en el tratamiento de una fascitis, es decir, esperar a que se pase sola mientras nos ponemos cremas contra el dolor y no haber consultado a un profesional cuando aún estábamos a tiempo.
- Finalmente, el sobrepeso es otro factor de riesgo.